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Renta Variable

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¿Que es la Renta Variable?

La renta variable es una modalidad de inversión en la que no se asegura la recuperación del capital ni se puede prever la rentabilidad de antemano. Además, es posible que la rentabilidad sea negativa y que incluso se llegue a perder todo el capital invertido. Esto sucede porque la rentabilidad de la renta variable está influenciada por diversos factores, como el desempeño de la empresa en la que se invierte, su situación económica, el comportamiento de los mercados financieros, entre otros. Los mercados financieros y las bolsas son muy sensibles a cualquier cambio que los inversores perciban de forma positiva o negativa, lo que los convierte en un indicador clave de la salud económica.

¿A quién va dirigida la renta variable?

La renta variable está dirigida principalmente a inversores que buscan una mayor rentabilidad a largo plazo y están dispuestos a asumir un mayor nivel de riesgo. Es adecuada para aquellos con un perfil inversor moderado a alto, que tienen la capacidad y el horizonte temporal necesario para soportar la volatilidad del mercado.

Este tipo de inversión puede ser interesante para personas con un conocimiento previo sobre los mercados financieros o aquellos dispuestos a diversificar su portafolio y aprovechar las oportunidades que ofrecen las fluctuaciones en el valor de las acciones. Sin embargo, no es recomendable para aquellos que prefieren una inversión más segura o que necesitan liquidez inmediata.

Tipos de renta variable

Existen varios tipos de renta variable, cada uno con características y riesgos particulares. Algunos de los más comunes son:

Acciones de empresas: Son las inversiones más tradicionales en renta variable. Consisten en adquirir participaciones de una empresa, lo que otorga al inversor una propiedad parcial sobre la misma. Las acciones pueden generar dividendos y su valor fluctúa según el desempeño de la empresa y del mercado.

Fondos de inversión en renta variable: Son fondos que agrupan el dinero de varios inversores para invertir en una cartera diversificada de acciones de diferentes empresas. Ofrecen la ventaja de la diversificación, reduciendo el riesgo en comparación con la compra de acciones individuales.

ETFs (Fondos cotizados en bolsa): Son similares a los fondos de inversión, pero se negocian como si fueran acciones en las bolsas de valores. Los ETFs permiten a los inversores acceder a una amplia variedad de activos en un solo producto, incluyendo acciones de empresas, índices, sectores o mercados específicos.

Bonos convertibles: Aunque son considerados una inversión de renta fija en su forma básica, algunos bonos convertibles permiten al inversor convertirlos en acciones de la empresa emisora en un momento futuro. Esto implica un componente de renta variable, ya que el valor del bono puede aumentar si las acciones de la empresa se aprecian.

Derivados sobre acciones: Productos como las opciones y futuros que derivan su valor de las acciones de empresas subyacentes. Permiten especular sobre el precio de las acciones sin necesidad de poseerlas directamente, pero conllevan un alto nivel de riesgo.

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